QUIENES ERAN Y SON LOS MORISCOS

Resumen y compilación por: Alejandra Cachima Sosa

Los moriscos (palabra que deriva de moro), fueron los musulmanes españoles bautizados tras La Pragmática de los Reyes Católicos del 14 de febrero de 1502. Tanto los convertidos con anterioridad al catolicismo romano de forma voluntaria como los convertidos obligatoriamente en adelante pasaron a ser denominados moriscos. Antes de la conversión forzada, los musulmanes que vivían practicando de manera más o menos abierta su Fe en los reinos católicos romanos se le llamo mudéjares, aunque en la época esta denominación se refería sobre todo a los musulmanes del Reino de Castilla, ya que en Aragón se les llamaba simplemente moros y, en Valencia, sarraïns ("sarracenos").

 

-Denominación: Morisco es la palabra que usa la historiografía para referirse a estos musulmanes catolizados, aunque en la época se usaba también con frecuencia cristiano nuevo, o más específicamente cristiano nuevo de moro, para diferenciarlos de los judíos bautizados, que también eran cristianos nuevos. La palabra morisco tiene otros usos históricos menos conocidos: en Canarias, donde se llamaba de este modo a los musulmanes en general (también de origen norteafricano), y en América se usaba en ocasiones como sinónimo de "mestizo".

 

-Distribución: Los moriscos se distribuían en cuatro grupos.

Reino de Granada: El último reino islámico de la Península, en esta región se concentró hasta los años setenta del siglo XVI el mayor contingente morisco, escasamente aculturado: hablaban corrientemente el árabe, conocían bien el Islam y conservaban la mayor parte de los rasgos culturales que les eran propios: vestido, música, gastronomía, celebraciones, etc. Tras la rebelión de las Alpujarras (1568-1571) los moriscos granadinos fueron deportados hacia Castilla.

 

Reino de Valencia: Segundo mayor contingente. Concentrado en esta zona, en donde formaban alrededor de un tercio de la población. Protegidos por los señores de los que eran vasallos, a causa de los fuertes impuestos que pagaban, los moriscos valencianos también estaban poco aculturados. El uso de la lengua árabe era corriente, en situación de bilingüismo con el castellano y el valenciano, y la práctica de la Fe musulmana era notoria, a pesar de que teóricamente pertenencian a la Iglesia. Los moriscos valencianos tuvieron fama entre los demás moriscos por su alto grado de conocimiento del Corán y la Sunna, y por esta razón los alfaquíes (experto de una de las cuatro escuela tradicionales del Fiqh     entendimiento del Corán y la Sunna para la decisiones legales) Valencianos solían viajar y ejercer de maestros de los moriscos de otros lugares de España. Fueron principalmente los moriscos valencianos los que, por su situación costera y por su conocimiento de la lengua árabe, establecieron relaciones ocasionales con Turcos (proveniente de Turquía) y berberiscos (piratas y corsarios otomanos que operaban desde el norte de África).

 

Reino de Aragón: En Aragón los moriscos constituían alrededor de un 20% de la población total del reino, y se asentaban principalmente a orillas del Ebro y sus afluentes. Al contrario que los valencianos y los granadinos, no hablaban árabe, pero en su situación de vasallos de la nobleza disfrutaban también del privilegio de poder practicar de forma no excesivamente clandestina su Fe musulmana.

 

Reino de Castilla: En las dos Castillas, Extremadura y Andalucía la presencia morisca era escasa, salvo en lugares muy concretos como Hornachos, Arévalo o las Cinco Villas, donde constituían la mayoría o la totalidad de la población. Los moriscos castellanos no se diferenciaban apenas de los católicos viejos: no hablaban árabe, buena parte de ellos eran realmente católicos y los que no lo eran solían tener un conocimiento muy básico del Islam, que practicaban de forma extremadamente discreta. No desempeñaban profesiones específicas ni vivían separados de los católicos viejos, salvo en los enclaves puramente moriscos, de modo que nada en su aspecto exterior les diferenciaba de aquéllos. La llegada de los moriscos granadinos desterrados supuso una revolución en Castilla, ya que al conservar intacto todo aquello que les podía identificar como moros (idioma, vestido, ceremonias, costumbres...), provocaron que la hasta entonces discreta presencia morisca se hiciera muy visible, lo cual tuvo consecuencias para los moriscos castellanos, a pesar de los varios intentos que hicieron por distanciarse de los granadinos.

 

-Historia: «Que los moros podrán mantener su religión y sus propiedades. Que los moros serán juzgados por sus jueces bajo su ley, que no llevarán identificáis que delaten que son moros como las capas que llevan los judíos. Que no pagarán más tributo a los reyes católicos que el que pagaban a los moros. Que podrán conservar todas sus armas salvo las municiones de pólvora. Que se respetará y no se tratará como renegado a ningún católico que se haya vuelto moro. Que los reyes sólo pondrán de gobernantes gente que trate con respeto y amor a los moros y si estos faltasen en algo serían inmediatamente sustituidos y castigados. Que los moros tendrán derecho a gestionar su educación y la de sus hijos».

 

Inmediatamente después de la entrada de los Reyes Católicos en Granada comenzaron una labor de conversión por métodos pacíficos. Para ello deciden encomendar a Fray Hernando de Talavera, primer Arzobispo de Granada, la tarea de convertir a los mudéjares a la fe católica romana. Éste se dedicó a su cometido con gran entrega: aprendió el árabe y predicaba con mansedumbre y bondad, tanto que los musulmanes le llamaban «el santo alfaquí».

En julio de 1499 los Reyes visitan Granada y se asombran del aire tan musulmán que aún conservaba la ciudad, incluso en sus vestidos y costumbres. Deciden por ello encomendar al Cardenal Cisneros, que ya había participado en la conquista del reino de Granada, la tarea de persuadir con más dureza a la conversión. Éste comenzaría a forzar las conversiones mediante un plan con tres puntos: a) devolver a la Fe Católica romana los elches o renegados, católica romana convertidos al islam; b) presionar a los jefes musulmanes para fomentar la conversión. Normalmente los medios de presión eran económicos: exención de deudas y sobornos; también hubo malos tratos físicos. Se cuenta de un zegrí que resistió veinte días, ganando fama de hombre duro; c) presentar al pueblo el ejemplo de los jefes convertidos.

Los métodos represivos empleados por el cardenal cumplieron su objetivo, ya que fueron varios miles los musulmanes que recibieron el agua del bautismo, convirtiéndose en católicos romanos. También se confiscaron muchos libros, y se dividieron en dos lotes, uno de temática religiosa, Coranes, etc., todos los cuales fueron quemados en la hoguera, en la plaza céntrica de Bibarrambla, y el otro lote, de materias científicas, que fue enviado a la universidad de Alcalá. Estos hechos se produjeron en ausencia de los Reyes Católicos. Posteriormente, a la vista de los resultados, los Reyes declararon que no eran esas sus instrucciones. Probablemente el Cardenal Cisneros sobrepasó las instrucciones recibidas.

La mayor parte de ellos, sin embargo, continuaron manteniendo su lengua, sus costumbres y su antigua religión. Prueba de ello son los textos aljamiados, escritos en castellano pero con grafía árabe.

He aquí cómo veía el historiador coetáneo, Luis del Mármol Carvajal, a los moriscos:«(...) y si con fingida humildad usaban de algunas buenas costumbres morales en sus tratos, comunicaciones y trajes, en lo interior aborrecían el yugo de la religión católica romana, y de secreto se doctrinaban y enseñaban unos a otros en los ritos y ceremonias de la secta de Mahoma. Esta mancha fue general en la gente común, y en particular hubo algunos nobles de buen entendimiento que se dieron a las cosas de la fe, y se honraron de ser y parecer católicos romanos, y de estos tales no trata nuestra historia. Los demás, aunque no eran moros declarados, eran herejes secretos, faltando en ellos la fe y sobrando el baptismo, y cuando mostraban ser agudos y resabidos en su maldad, se hacían rudos e ignorantes en la virtud y la doctrina. Si iban a oír misa los domingos y días de fiesta, era por cumplimiento y porque los curas y beneficiados no los penasen por ello. Jamás hallaban pecado mortal, ni decían verdad en las confesiones. Los viernes guardaban y se lavaban, y hacían la zalá en sus casas a puerta cerrada, y los domingos y días de fiesta se encerraban a trabajar. Cuando habían bautizado algunas criaturas, las lavaban secretamente con agua caliente para quitarles la crisma y el oleo santo, y hacían sus ceremonias de retajarlas, y les ponían nombres de moros; las novias, que los curas les hacían llevar con vestidos de católicos para recibir las bendiciones de la Iglesia, las desnudaban en yendo a sus casas y vistiéndolas como moras, hacían sus bodas a la morisca con instrumentos y manjares de moros.»

Durante la primera mitad del siglo XVI hubo cierta tolerancia. La autoridad reprobaba esta fidelidad al Islam, que combatía mediante la Inquisición y la toleraba al mismo tiempo, esperando la conversión.

Muchos mudéjares del Albaicín se vieron estafados por cómo los estaban engañando los católicos, ya que primero les garantizaron que iban a poder seguir con su religión y después los estaban «convenciendo» para que se convirtieran. Los mudéjares granadinos comenzaron a protestar y a pedir la destitución de Cisneros, y como respuesta a estas quejas, Cisneros encarceló a los mudéjares más respetados de Granada, teniéndolos por los instigadores de los revoltosos, y pensando que si éstos dejaban de sermonear a la gente, se convertirían al catolicismo romano. En enero de 1500 mataron a un oficial de Cisneros, lo cual provocó el alzamiento de musulmanes y conversos. De este modo comienza en 1500 el levantamiento popular del Albaicín. Este levantamiento se extiende por toda la sierra de las Alpujarras, llegando hasta Almería y Ronda, contestando los reyes con una fuerte opresión militar de la mano del conde de Tendilla.

 

Después de sofocar los levantamientos, en 1501, Tendilla pidió «pasar por cuchillo a todos los moros que habían participado en las revueltas», a lo que el rey Fernando le contestó: «Cuando vuestro caballo hace alguna desgracia no echáis mano de la espada para matarle, antes le dais una palmada en las ancas, y le echáis la capa sobre los ojos; pues mi voto y el de la Reina es que estos moros se bauticen, y si ellos no fueron católicos, lo serán sus hijos o sus nietos».

Con el motivo del levantamiento de las Alpujarras, los católicos aprovecharon para afirmar que los musulmanes habían quebrantado el pacto alcanzado en 1491. Por ello dictaron la Pragmática de 14 de febrero de 1502, que ordenaba la conversión o expulsión de todos los musulmanes del reino de Granada, exceptuando a los varones de menos de 14 años y las niñas menores de 12, antes de abril del citado año. Esta Pragmática supuso un quebrantamiento de los compromisos firmados por los Reyes Católicos con el rey Boabdil en las Capitulaciones para la entrega de Granada, en las que los vencedores castellanos y aragoneses garantizaban a los musulmanes granadinos la preservación de su lengua, religión y costumbres.

Los mudéjares de toda España tuvieron que ir a las iglesias a bautizarse. Se les preguntaba qué nombre querían tener, y si alguno no entendía bien el castellano, cosa que pasaba sobre todo en el antiguo reino de Granada, o no se le ocurría ningún nombre, se le ponía Fernando si era hombre e Isabel si era mujer. La conversión fue general en todas partes. A partir de esta conversión forzada, los mudéjares dejaron oficialmente de serlo, ya que estaban bautizados y se les llamaba moriscos, expresión que en esta época tenía un matiz claramente peyorativo.

Para evitar el exilio, la mayoría de los musulmanes optaron por la conversión al catolicismo. La conversión fue general en todo el Reino de Granada. Durante el reinado de Carlos V, gracias al apoyo que los moriscos prestaron al rey y a sustanciosos donativos, la corona adoptó una posición flexible con ellos y les permitió que conservaran sus usos y costumbres. De esta forma, los moriscos se mantuvieron como una comunidad propia sin integrarse en la sociedad española de su tiempo.

 

Con la llegada al trono de Felipe II, la guerra en el Mediterráneo con los turcos otomanos se intensifica y la manifiesta simpatía de los moriscos españoles con los piratas berberiscos instalados en sus bases norteafricanas de Marruecos, Argelia o Túnez, ponen en mayor riesgo a las poblaciones costeras españolas, por lo que se insta nuevamente a la conversión forzada de los musulmanes peninsulares. Sin embargo, el miedo a nuevas sublevaciones hizo que muy pronto se dudara de la sinceridad de su Fe.

En 1566, Felipe II prohibió, aleccionado por Diego de Espinosa, el uso de la lengua árabe, de trajes y ceremonias de origen musulmán. Al tratar de aplicarse este decreto, se produjo La Rebelión de las Alpujarras (1568-1571), bajo el mando de Abén Humeya. A pesar de que durante esta última rebelión España mantenía una relación muy tensa en el Mediterráneo con los turcos, tensión que acabó desembocando en La Batalla de Lepanto, una vez dominada la revuelta, los moriscos granadinos fueron deportados hacia La Mancha y Castilla la Vieja.

A finales del siglo XVI, se estima que la población morisca en los reinos peninsulares podía oscilar entre las 275.000 y 500.000 personas. Se concentraban fundamentalmente en el Reino de Valencia en la Corona de Aragón y en la meseta, Extremadura, Murcia y Andalucía en el reino de Castilla. Los moriscos vivían fundamentalmente en el campo, en calidad de vasallos de los señores nobiliarios, en condiciones mucho más duras que las de la población católica. Desde la sublevación de las Alpujarras, la predicación se vio acompañada de la represión.

Odiados por los católicos viejos, rechazados por la corona, que veía con inquietud la posibilidad de una nueva sublevación que actuase como una quinta columna de los piratas berberiscos, los turcos o los franceses y detestados por la Iglesia, que con toda lógica dudaba de la sinceridad de su conversión, los moriscos devinieron en una masa objeto de toda clase de sospechas y de imposible integración por cuanto suponía la pervivencia dentro de España de un pueblo inasimilable y hostil.

En varias ocasiones se pensó en decretar su expulsión, pero la medida se pospuso debido a las presiones de la nobleza aragonesa y valenciana, beneficiados de este régimen de semiesclavitud.

Finalmente, tras 117 años de difícil convivencia, Felipe III, probablemente como consecuencia de la constatada colaboración de determinados cabecillas de los moriscos con el rey de Francia para organizar un levantamiento general en España, que en ese momento se encontraba en guerra con los franceses, decretó la expulsión en 1609. La expulsión se lleva a cabo durante 7 años, hasta 1616. En esa fecha, termina la existencia de los mudéjares y de los moriscos en España, que son expulsados o trasladados.

 

Salen de España por zonas:

 

 

Valencia

118.000 moriscos.

Aragón,

61.000 moriscos.

Castilla y Extremadura

45.000 moriscos.

Murcia

16.000 moriscos.

Andalucía.

32.000 moriscos.

 

 

Muchos se fueron a América, sobre todo México, República Dominicana, Gran Colombia (Ecuador, Colombia y Venezuela), Perú, Chile y Argentina. Como frecuentemente eran denominados sólo «cristianos nuevos», generalmente se les confundía con los marranos, los cristianos nuevos de judíos.

Las consecuencias fueron graves y afectaron fundamentalmente al reino de Valencia, el cual pierde la cuarta parte de su población, lo que repercutió en la paralización de la agricultura, especialmente la producción de trigo y caña de azúcar. Los grandes señores, perjudicados por la expulsión de un contingente importante de su mano de obra, se contentan con la incorporación de las tierras confiscadas a los moriscos. La burguesía se arruina, puesto que vio suspendida el pago de rentas por los préstamos hechos a los propietarios rurales.

El término Morisco se impone de manera absoluta a partir de 1570.

-Decreto de expulsión: Fue el 17 de abril de 1610 cuando Felipe III (1598-1621) firmó el decreto de expulsión... «Todos los hombres y mujeres y sus hijos, a los tres días de publicado el bando, salgan de sus casas y vayan a embarcarse a la parte donde el comisario que fuera a tratar de esto, ordenare. Y se les permitirá que lleven consigo de sus haciendas, muebles, lo que pudieren en sus personas, pena de muerte al morisco que huya o entierre, queme o destruya hacienda que no pueda llevarse; los menores de cuatro años que quieran quedarse y los padres y curadores se lo autoricen podrán hacerlo. Podrán quedarse los cristianos viejos casados con moriscas, así como éstas con los hijos de ambos; también podrán quedarse los esclavos. El morisco que estuviere con cristiana vieja casado será expelido y los hijos del matrimonio, menores de siete años, quedarán con la madre, si ésta optara permanecer en el reino. Podrán quedarse los que notoriamente fueren buenos cristianos. Ningún cristiano viejo podrá ocultar a moriscos ni hacerse cargo de sus bienes, no aconsejarles en ambos sentidos, bajo pena de seis años de galeras y otras reservadas al arbitrio del virrey. Queda terminantemente prohibido vejar a los moriscos».

El bando de este decreto se dio en Zaragoza, el 27 de mayo. El encargado de poner en práctica fue, por lo que respecta a Aragón y Cataluña, el Marqués de Aitona, señor de Fraga y Ballobar.

El censo morisco de Aragón ascendía a 70.540 moriscos, saliendo de Aragón el 20% de la población. Un total de 60.818. De Fraga salieron 64 casas, es decir, 104 hombres, 103 mujeres, 36 chicos, 29 chicas y 33 niños de teta, total 305 moriscos. De Mequinenza salieron 49 casas, 70 hombres, 100 mujeres, 35 chicos, 27 chicas, 27 de teta, total 240 moriscos. De Alcolea 8 casas, 15 hombres, 20 mujeres, 7 chicos, 10 chicas, 1 de teta, total 52 moriscos. De Albalate de Cinca 49 casas, 59 hombres, 59 mujeres, 40 chicos, 30 chicas, 14 de teta, total 205. De Ripol 10 casas, es decir, todo el pueblo, 14 hombres, 11 mujeres, 8 chicos, 5 chicas, 1 de teta, total 35 moriscos. De Pueyo de Moros (hoy Santa Cruz) 13 casas, 18 hombres, 16 mujeres, 5 chicos, 11 chicas, 4 de teta, total 50 moriscos. De toda la Corona de Aragón salieron 200 mil y de España 400 mil. El año 1618 el vicecanciller informaba al rey...: “El reino de Aragón es el que más tiempo se halla en España de esta semilla...”.

Con la marcha de los moriscos quedaron despoblados muchos pueblos de Aragón, especialmente los de señorío, que tenían contra sí varios censos cuya paga corría por cuenta de la dominicatura y señorío de moriscos.

El decreto de expulsión fue de verdadero pánico para los moriscos del Cinca, llegando a reunirse de noche en sus mezquitas, practicando el ayuno musulmán durante tres días, rogando a Dios que no diese poder a los cristianos contra ellos. Los moriscos que salieron por el Pirineo navarro fueron de 10 mil; y de 12 a 14 mil por Canfranc. Los del Cinca, dice el Marqués de Aitona: “…se podrán juntar en Candasnos que ay a cuatro leguas, de allí a Caspe 5 leguas, a Maella 3, como los de arriba, los de Albalate, Alcolea, Pueyo... y en barcazas hasta el puerto de Alfaques, un total de 41 mil moriscos de Cataluña y Aragón...”. Según Cardona, los desventurados moriscos por un día señalados por los ministros reales, marcharon en orden de procesión desordenada, mezclados los de a pie con los de a caballo, yendo unos entre otros, reventados de dolor y lágrimas.

-Causas de la expulsión: La expulsión, como bien universal, alude a una posición religioso-política. El duque de Lerma, brazo derecho de Felipe III, dice:“…para que en todos los reinos de España queden tan puros como limpios desta gente como conviene...”.

Los moriscos, descendientes de los musulmanes hispanos, convertidos en apariencia al Cristianismo, fueron un continuo peligro para España. 1) Mantenían comunicación con los africanos con la idea de volver a invadir la Península. 2) Su gran preponderancia industrial y una despoblación de nuestros pueblos, ya que los cristianos iban a luchar a Flandes o a conquistar regiones de América; los moriscos cada vez eran más que habitantes, adversarios. Y 3) Su presencia heterogénea era irreductible, formando una nación dentro de otra nación. La expulsión hemos de enmarcarla en un tiempo en que el poder era rígido e inflexible no toleraba disidentes, al igual que en Francia con los protestantes perseguidos y en Irlanda con los católico.

Felipe IV (1621-65) el 28 de septiembre de 1622, dirá: “Si se mira a las universidades, ciudades y villas, y lugares del reino y a los mismos bienes comunes y propios de estas villas es tan cierto e infalible que han tenido con la expulsión que con ocasión de tenerse que ir poblando el reino se han ido saliendo de estas villas, y lugares cristianos viejos muchas personas particulares que vivían en ellos, a poblar los lugares que quedaron desiertos de moriscos, con lo cual es llano el daño de estas comunidades, pues faltando en ellas esta gente, se han disminuido notablemente las rentas”. Vicens Vives ve con la expulsión la unidad religiosa, pero su salida supuso un negocio negativo, especialmente en lo agrícola. Se enriquecieron los ricos-hombres de cada pueblo, es decir, los caciques, que tenían a los moriscos como esclavos, trabajadores de sus tierras.

 

-Huella moriscas: Resulta sorprendente la gran cantidad de huellas dejadas por estos moriscos en tierras del Cinca-Litera. Nombres de calles, como La Luna (Zaidín), apellidos, Bamala, Abizanda, Baringo, Medina, Alhama, Salamó, Moret...; partidas de monte y huerta, Campo de Moros, Valdemoros, Almerche, Almoraves, Redam, Mezquita (Fraga, Oso), Mozola...; los campanarios de estilo mudéjar de Pueyo, Monzón, Alcolea... palabras, expresiones, apodos,... poblaciones como Albalate, Alcolea, Zaidín, Alfántega, Almudáfar, Binaced, Binéfar, Vencillón, Almunia, Algayón, Raimat, Gimenells, Almacellas, La Saira, Sucs, Pueyo de Moros.. Cuando Cock, cronista de Felipe II, estuvo en Cortes de Monzón (1585), quedó sorprendido cómo los moriscos de Monzón rompían las vasijas contaminadas por el tocino y el vino en que habían bebido las tropas reales. Y La baña, a su paso por el Cinca, a comienzos del XVII, se admiró de estas influencias moriscas y la frase: “…antes ir a la Meca andando, que a misa el domingo...”. Ilustre morisco poeta de Pueyo de Moros fue el llamado Puey de Monçó, quien compuso varios romances, peregrinó a la Meca, embarcado en Valencia, llegó a Túnez, Alejandría, el Cairo, la Meca, Jerusalén, Monte Sinaí.

-El bautizo del alcalde de monzón: Muchos de los moriscos expulsados creyeron que pronto retornarían a sus pueblos de origen, pero no fue así. Sabemos que algunas familias secretamente custodiaron a algunos niños moriscos. Un cronista de aquel año dice: “Son muchos chicos y chicas que se han quedado en poder de personas pudientes... como vayan creciendo se casan unos con otros, repartidos en algunas casas particulares, quedan niños inocentes y recuperables...”. San Juan de Ribera dirá: “Los niños menores de siete años podrían venderse en España a buenos precios y en gran cantidad, así serán todos cristianos...”. Cervantes, en su Coloquio de los perros, escribe: “Son ellos su lepra, su polilla, sus picazas y sus comadrejas...”.

En Monzón, uno de estos niños fue creciendo en casa de los Saporta, dando origen a una tradición única en el mundo. Se trata del llamado bautizo del alcalde. El pequeño morisco fue creciendo y al concluir la guerra de Secesión (1643) volvieron los monzoneros al pueblo abandonado ante la presión francesa. Vencidos en este 1643, la población restituyó la vida cotidiana, pero carecían de autoridad. De entre los hombres jóvenes se fijaron los vecinos en un joven de casa Saporta, con grandes cualidades. Pero tenía un inconveniente, que era morisco, no era cristiano. Consultado el Vicario General de Monzón (Vicariato de Monzón creado en 1633 hasta 1856), catequizó al joven y lo bautizó en la Colegiata de Santa María (Colegiata 1607-1851; Catedral 1995). El pueblo celebró el acontecimiento en la Plaza Mayor bajo los balcones de la Casa de la Villa (actual Ayuntamiento). El recién bautizado salió al balcón siendo aclamado por la muchedumbre, quien agradecido, lanzó dulces, castañas, nueces... Y a partir de 1643, cada año, los monzoneros celebran tres acontecimientos: la expulsión de los franceses de su Castillo, la patrona santa Bárbara, pues el día del bautizo del alcalde y la victoria contra el francés, fue precisamente el 4 de diciembre, declarada por el Concejo y el pueblo patrona de Monzón, que lo había sido hasta esa fecha san Juan, y cada año, como digo, celebra el bautizo del alcalde en la misma plaza Mayor, con idéntico jolgorio, lanzamiento por parte del alcalde de muchas cantidades de dulces. Bonita tradición para una fácil fantasía novelística.

 

-CIUDADANIA ESPAÑOLA: En octubre de 2006, el Parlamento Andaluz decidió exigir el acuerdo de los tres grupos parlamentarios mayoritarios para respaldar una ley que consentiría el acceso a la ciudadanía española a los descendientes de los moriscos (Propuesta de IU sobre derecho preferente de moriscos a la nacionalidad).Se espera que la ley propuesta pase a las Cortes Generales.

Esta medida podría beneficiar a un número indeterminado de personas en Marruecos, Argelia, Túnez, Mauritania, Malí y Turquía, entre otros lugares, ya que producto de la colonización en América, muchos moriscos llegaron a esas tierras mimetizados entre conquistadores o colonizadores y gitanos, lo que ha hecho que hoy por hoy también se hayan determinado comunidades descendientes de moriscos en Venezuela, Perú, Chile y México..

Este hecho es consecuencia de algunas llamadas hechas por algunos historiadores y académicos españoles y marroquíes desde 1992 requiriendo para los moriscos un trato similar al dado a los descendientes de los sefardíes expulsados.

Bibliografía:

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